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El primer programador de la Historia: una mujer

  • 10/08/2022
  • alvantia (es)Tecnología
El primer programador de la Historia: una mujer

No cabe duda de que la informática es uno de los sectores con mayor brecha de género, como demuestra un reciente estudio publicado por el Ministerio de Educación con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Según este informe, el porcentaje de hombres es muy superior en disciplinas tecnológicas e informáticas y la brecha va en un aumento: por ejemplo, en el curso 2000-2001, el porcentaje de alumnas en los grados superiores de FP de Informática rozaba el 27%, mientras que en el curso 2019-2020 se situó en el 10%.

Otro estudio realizado por EY, El desafío de las vocaciones STEM, constata que España se sitúa en la posición 12 dentro de la UE a nivel de porcentaje de graduados en STEM, con una diferencia entre sexos de 17 puntos. El documento también destaca que, si bien en la universidad las chicas forman el colectivo mayoritario (55%), la representación de éstas en las ingenierías no supera el 25%.

Dada esta situación, es cuando menos curioso que la persona que escribió el primer programa de ordenador de la Historia fuera una mujer. Hoy os contamos un poco más sobre ella.

Augusta Ada King, Condesa de Lovelace (1815 – 1852), conocida habitualmente como Ada Byron o Ada Lovelace, fue una matemática y escritora británica, hija del famoso poeta Lord Byron (aunque poco después de su nacimiento, éste abandonó Inglaterra huyendo de sus acreedores y de numerosos escándalos y Ada nunca volvería a verlo). Pero Ada no es mundialmente conocida por ser la hija de Lord Byron: su fama se debe principalmente a su excelente trabajo con la máquina calculadora mecánica de uso general de Babbage o Máquina Analítica.

Lamentablemente, Ada no gozó de una gran salud a lo largo de su vida. A los siete años contrajo una enfermedad que la tuvo postrada en cama durante varios meses. Y a los catorce, perdió temporalmente la movilidad de sus piernas como consecuencia de un grave sarampión. Esto condujo a la joven a dedicar mucho tiempo a leer y estudiar.  Además, su madre le dio una completa y estricta educación. Quiso que, como ella, su hija tuviera una formación científica y contrató a la prestigiosa matemática y astrónoma escocesa Mary Somerville para educarla. Ada tuvo oportunidad de viajar por las regiones más industrializadas de Inglaterra, y allí conoció las máquinas más novedosas como el «telar de Jacquard«, un telar mecánico inventado por Joseph Marie Jacquard y que ya utilizaba tarjetas perforadas para funcionar.

Cuando cumplió 18 años, Ada empezó a asistir a fiestas de la alta sociedad y en una de ellas conoció al matemático Charles Babbage, que había diseñado una máquina analítica para ejecutar programas de tabulación o computación. El invento de Babbage la entusiasmó: la joven pensó que aquel invento demostraba que en el futuro las máquinas cambiarían la vida de las personas.

Máquina analítica (Getty Images)

En 1835, Ada contrajo matrimonio con William King-Noel, Lord Lovelace y se convirtió en Lady King (a partir de ese momento siempre firmaría como Ada Lovelace). En aquella época ya sufría problemas digestivos y respiratorios que al ser tratados con opiáceos le provocaron delirios y cambios bruscos de humor.

En 1842, Ada realizó su único trabajo profesional: la revista Scientific Memoirs le encargó la traducción de un artículo escrito en francés por el ingeniero militar italiano Luigi Menabrea en el que se describía la máquina analítica de Babbage. Ella fue más allá y publicó el artículo con abundantes anotaciones, en las que teorizaba sobre el funcionamiento de la máquina. Estas notas, firmadas con las iniciales AAL para ocultar su identidad, no serían publicadas con su verdadero nombre hasta 1953. Y acabaron siendo más famosas que la propia traducción del artículo, ya que Ada fue capaz de desarrollar varios conceptos visionarios. El más importante es el que se refiere al funcionamiento del algoritmo informático: Ada tomó como ejemplo los números de Bernoulli, una serie infinita de cifras que describen, por medio de un diagrama, las operaciones que la máquina de Babbage tendría que realizar para poder calcularlas.

Fue la propia Ada quien introdujo aquel algoritmo en la máquina de Babbage, esbozando un concepto informático conocido como «bucle», un grupo de instrucciones que se ejecutan varias veces. Inspirada por las tarjetas perforadas de los telares de Jacquard, la joven imaginó una máquina que pudiera programarse y reprogramarse para ejecutar diversas funciones y no limitarse sólo al cálculo; esta máquina sería capaz de realizar cualquier tarea que se pudiera expresar mediante símbolos. Quizá se estaba imaginando el primer ordenador de la Historia.

Babbage intentó convencer al gobierno británico para que financiara la construcción de su máquina, pero el matemático murió en la pobreza tras dilapidar su fortuna en intentar sacar adelante su proyecto. Ada Lovelace ya no volvió a trabajar, y atormentada por su enfermedad y su adicción a los opiáceos se refugió en el juego y en numerosos amantes, lo que le costó su matrimonio y gran parte de su patrimonio. Murió el 27 de noviembre de 1852. Tenía 36 años (la misma edad que su padre al morir) y su último deseo fue ser enterrada junto a él.

Lamentablemente, el algoritmo de Ada Lovelace para calcular los números de Bernoulli nunca llegó a implementarse y Babbage nunca pudo ver su máquina terminada; desde que él la diseñó, pasaron 167 años hasta su construcción (que fue en 2002). Actualmente esta primera versión se encuentra expuesta en el Museo de Ciencias de Londres. En este artículo de El País puedes consultar más información sobre el largo proceso de creación.

Según Luigia Carlucci, científica informática italiana, que es profesora emérita de inteligencia artificial en la Universidad Sapienza de Roma, Ada, más que la primera programadora, fue la primera ingeniera de software, pues estudió, desarrolló y creó la documentación sobre un determinado sistema de procesamiento automático. Su contribución al mundo de la informática es tan relevante que desde 2009, el segundo martes de octubre se celebra el Día Internacional de Ada Lovelace, una fecha con la que se pretende conmemorar los logros conseguidos por las mujeres en campos como la tecnología, la ciencia, la ingeniería o las matemáticas. Además, desde hace décadas, Ada es también el nombre de un lenguaje de programación empleado para aeronaútica y gestión del tráfico aéreo, en homenaje a su figura. 

Para concluir este artículo dedicado a una de las mujeres más relevantes de la Historia, os dejamos el bonito capítulo «Las edades de Ada» que el poeta uruguayo Eduardo Galeano le dedicó en su libro Espejosː una historia casi universal (2009):

A los dieciocho años se fuga en brazos de su preceptor.
A los veinte se casa, o la casan, a pesar de su notoria incompetencia para los asuntos domésticos.
A los veintiuno se pone a estudiar, por su cuenta, lógica matemática. No son esas las labores más adecuadas para una dama, pero la familia le acepta el capricho, porque quizás así pueda entrar en razón y salvarse de la locura a la que está destinada por herencia paterna.
A los veinticinco inventa un sistema infalible, basado en la teoría de las probabilidades, para ganar dinero en las carreras de caballos. Apuesta las joyas de la familia. Pierde todo.
A los veintisiete publica un trabajo revolucionario. No firma con su nombre. ¿Una obra científica firmada por una mujer? Esa obra la convierte en la primera programadora de la historia: propone un nuevo sistema para dictar tareas a una máquina que ahorra las peores rutinas a los obreros textiles.
A los treinta y cinco cae enferma. Los médicos diagnostican histeria. Es cáncer.
En 1852, a los treinta y seis años, muere. A esa misma edad había muerto su padre, lord Byron, poeta, a quien nunca vio.
Un siglo y medio después se llama Ada, en su homenaje, uno de los lenguajes de programación de computadoras.

 

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